Descripción
El 18 de octubre de 1827, hacia las cinco de la tarde, un pequeño buque levantino ceñía el viento en el intento de alcanzar, antes de que se hiciera de noche, el puerto de Vitylo, a la entrada del golfo de Corón.
Este puerto, el antiguo Oitylos de Homero, está situado en una de las tres profundas incisiones que recortan, en el mar Jónico y en el mar Egeo, esa hoja de plátano con la que, muy acertadamente, ha sido comparada la Grecia meridional. Sobre esta hoja se extiende el antiguo Peloponeso, la Morea de la geografía moderna. La primera de tales mordeduras, al oeste, es el golfo de Corón, abierto entre la Mesenia y la Maina; la segunda es el golfo de Maratón, que escota ampliamente el litoral de la severa Laconia; la tercera es el golfo de Nauplia, cuyas aguas separan la Laconia de la Argólida.
Al primero de estos tres golfos pertenece el puerto de Vitylo. Excavado en el límite de su costa oriental, en el fondo de una ensenada irregular, ocupa los primeros estribos marítimos del Taigeto, cuya prolongación orográfica forma la osamenta de esta región que es la Mamá. La seguridad de sus fondos, la orientación de sus pasos y las alturas que lo abrigan hacen de él uno de los mejores refugios de una costa incesantemente azotada por todos los vientos de esos mares mediterráneos.